lunes, 30 de abril de 2012

martes 27 de marzo de 2012

Salir del cine con las manos en los bolsillos. Acostarme desnuda mientras un saxofón se desgañita en la radio. Observar la danza del humo en torno a la luz blanca. Delinear el círculo imperfecto del papel de arroz que la envuelve. Pensar en un nombre. Escribir letras, una tras otra, en orden aleatorio hasta formar palabras irregulares, disímiles, en las que se lea una casualidad aparente, un poco de orden. Jugar. Que las sombras se liberen de la servidumbre de suelo y paredes. Borrar los límites tangibles entre los gestos de unas manos y el silencio prolongado de otros ojos: esta separación no cabe en un vocabulario de tan poco tiempo. Determinar con precisión exacta la cantidad de sueño ganado, el pulso perdido, las veces que he visto el mar. Caminar de frente al aire nocturno, adivinar el misterio del otro lado. Quiero, en pocas palabras, deslizarme en una noche de horas incontables.

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